En 2016, la NASA envió a la órbita la zona Osiris Rex, con la misión de retirar una muestra del asteroide Bennu, que podría impactar al planeta dentro de unos 115 años.
En las próximas semanas, la sonda, con un brazo retráctil monitoreado desde la NASA, extraerá fragmentos rocosos desde el asteroide, con el fin de estudiar la composición de este objeto que amenaza a las generaciones futuras.
Bennu, el asteroide que en 150 años más podría impactar contra la Tierra, está integrado por más de 200 rocas de 10 metros de diámetro, lo que lo hace alcanzar un volumen total de 500 metros de grosor.
Se formó por piezas que se desintegraron de un cuerpo mayor y se unieron producto de la fuerza de gravedad. Los cráteres tienen entre 10 a 150 metros de diámetro.
Las probabilidades de que se estrelle contra la Tierra alcanzan las 0,0037%, un número bastante ínfimo para la población en general, pero que de todos modos hizo que la NASA lanzara una sonda espacial para monitorearlo.
Esto porque, en caso de tocar la superficie, crearía un cráter de unos cinco kilómetros de diámetro y liberaría una energía 70 mil veces más potente que la producida por la bomba atómica lanzada por Estados Unidos en Hiroshima y Nagasaki
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